Casarse joven

La gente se está casando demasiado pronto, contraen matrimonio a la menor provocación y dicen que se aman como si fuera el único futuro; yo me cuido de no cometer una estupidez de ese calibre, creo en el amor, y en su alivio, pero a los catorce años todavía no conocía al amor de mi vida, eso pasó un poco después. Lamentablemente lo supe cuando todo había terminado. Así que el amor de mi vida, es el único que retuve por poco tiempo. No hicimos gran cosa, no fuimos al cine más que unas tres veces, cuando mucho; ni hicimos una gran fiesta para que nuestros amigos congeniarán, y así construir un universo en el que pudiéramos orbitar naturalmente siguiendo la lógica de nuestro romance; no le dedique canciones, ni tampoco la compare nunca con ninguna flor; demasiado tarde nos dimos cuenta del estado famélico al que relegamos nuestra fiebre, y luego nos amamos hasta el hartazgo; quebrantamos con nuestra inocencia, esto yo lo supe, ella pensó (le hice creer) que yo tenía más experiencia, fuera máscaras.

Los enamorados se casan en las alturas, en China, Japón y Corea forjan candados en las montañas y tiran sus respectivas llaves al vacío, se unen de por vida, se eligen, se acarician, se sonríen, se hacen cómplices, y luego aprender a vivir del otro. Los enamorados se esconden antes de unirse—lo creen verdaderamente, al menos por un instante largo—para siempre, cumplen con los sortilegios, se abandonan al destino que su amor les ha prometido, bailan acompasados, rodeados de sus estrellas más queridas. Finalmente llega la noche, la primera de siempre, las pieles se tocan, el tacto es universal, pues el universo ha quedado, ojalá que para siempre, reducido a un par de ojos, que luego, si hay fortuna o desfortuna, pero suerte al fin y al cabo, engendrará un nuevo par de ojos, y los candados cerrados allá en lo alto serán testimonio de esta eternidad, de la cual provenimos hace mucho.

La Infancia es un invento…

Los niños se crearon en el siglo XX, como concepto me refiero, no es que la gente antes creciera adulta, pero casi. Me explico. A principios del siglo XX, en la década de 1920, los adultos comenzaron a organizar Congresos, Coloquios, Seminarios y toda serie de eventos científico-académicos para definir que era eso, o quienes eran verdaderamente aquellos, cuya edad oscilaba entre los primeros meses de vida y los 14 años. En aquellas reuniones se llegó, a muy grosso modo–tanto como un post de un blog puede serlo–a las siguientes conclusiones:

1) Los «Niños» son NIÑOS, no son adultos en potencia.

2) Nosotros fuimos niños también, pero nunca nos dimos cuenta!

3) Es hora de enmendar algunas cosas: Los NIÑOS tienen derechos especiales, su característica principal es la inocencia (los niños son incapaces de mentir, porque básicamente no han perfeccionado esta técnica; son incapaces de premeditar un homicidio) y, por lo tanto….

4) Necesitan cuidados especiales.

En suma, los niños merecen una infancia feliz. Una vez que uno deja la infancia ya puede ser todo lo infeliz que quiera, nadie te va a detener, garantizado. No estoy abogando por la pederastia, que en realidad es una violación (quitándole todo aquello de la infancia es sacra), sino que más bien quiero denotar que todo aquello de la «Infacia Feliz» es una construcción social, humana, que se nos ha metido hasta la médula…

Cuando navego por Facebook (mejor dicho naufrago), encuentro viñetas que resaltan el valor de la infancia: «Que si no viste Dragon Ball Z, no tuviste infancia»; «Que si no reconoces al gato Marramakis, no tuviste infancia»; «Que si no jugaste la rueda de San Miguel, ni las Estatuas de Márfil, no tuviste infancia»; «Que si no viste <accidentalmente> porno en el Golden, no tuviste infancia» y la lista puede, y va a prolongarse…   Y adivinen qué, no me los sé!!

Hoy, esos preceptos están siendo fuertemente criticados, una película (que pueden ver online, sí, de nada) aborda la problemática: Un hombre INOCENTE que no puede defenderse de la mentira INOCENTE de una niña…La película es de Dinamarca, se llama Jagten, y les recomiendo muchísimo que la vean, no se van a arrepentir, tiene una buena velocidad (para aquellos que soportan que les cuenten el final, como lo hacen casi todas las predecibles películas de Hollywood), excelentes actuaciones, excelente trama…

Y a ver si siguen creyendo que su infancia fue la mejor sólo por haber visto una caricatura…

Para saber más:

Castillo, Alberto del, Conceptos, Imágenes y representaciones de la niñez en México, 1880-1920, Instituto Mora, México, 2006.

Todo lo que puedas pensar, piénsalo a bordo de un camión…próximamente

Lo confieso, adoro el nuevo slogan de los Autobuses ADO:

Todos tenemos cosas que pensar, piénsalo en un ADO

Es cierto, «todos tenemos cosas que pensar», pero en dónde, esa es la cuestión. Aquellos que vivimos en la ciudad somos constantemente violentados por una cantidad innumerable de sonidos e imágenes a lo largo del día, el silencio ha sido erradicado, aunque no del todo. En la Ciudad de México estamos cada vez más lejos de aquellos días en los cuales se construían espacios de esparcimiento y recreación; los pocos parques que existen en la ciudad se transforman paulatinamente en espacios equívocos para la lógica neoliberal. Me explico.

La mayor parte de los parques en la Ciudad de México fueron creados durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, es decir, su construcción se detuvo hace casi 60 años; éstos fueron creados como espacios de paseo, convivencia, relajación y, más recientemente, de recreación. Existen numerosos ejemplos: La Alameda Central (siglo XIX), el «Parque de los Venados» (1950), el «Parque Hundido» (1950), el Espacio Escultórico (1950).

Espacio Escultórico en Ciudad Universitaria…muchos universitarios no saben de su existencia

Las concepciones sobre lo que es un parque mudan con el tiempo, no obstante algo se mantiene: la necesidad de esparcimiento y relajación. En una ciudad como la que habitamos hoy día estos espacios son NECESARIOS, y están siendo sustituidos por plazas y/o centros comerciales que si bien son espacios que implican cierta convivencia, no dan oportunidad para la serenidad, su único fin es el consumo. En las plazas comerciales el esparcimiento es posible, pero la relajación es apenas discernible, basta una prueba:

  1. Las bancas o sillas poco a poco son erradicadas de estos espacios. Intente esperar a una persona por más de veinte minutos en uno de estos lugares, donde las oportunidades de sentarse son cooptadas por el personal de seguridad, obedeciendo a las normas de la decencia.
  2. Intente leer un libro en medio de una de estas plazas.

En la actualidad se piensa que los parques sólo sirven para ir a correr, pasear al perro, noviar (entiéndase fajar), pero también deberíamos concebirlos como espacios de descanso, basta adentrarse un poco en ellos para acallar, aunque sea mínimamente, el estruendo del arroyo vehícular. No estoy hablando de ir a escuchar la naturaleza o algo parecido, me parece una justificación endeble dado que la naturaleza no sólo reside en los espacios donde predomina el color verde. Hablo de alejarnos, aunque sea por un minuto, de una realidad que poco a poco nos vuelve violentos, indiferentes, apáticos, y aislados a fin de cuentas…

Verdaderamente espero que en un futuro próximo no tengamos que subirnos a un camión ADO para dedicarle unos minutos de nuestro tiempo a nuestro subconsciente…

Próximos espacios de esparcimiento…¡Sobre ruedas! Espéralos!!

Alcancía Guiness

Cuando era un adolescente enfurruñado con la vida (ahora sólo estoy un poco fastidiado) solía escuchar a mi abuelo quejarse sobre lo caro que estaba todo en aquellos días: «Antes todo era más barato»…En la escuela, mis compañeros comentaban que sus abuelos se quejaban exactamente de la misma manera, «cosas de viejos, así hablan ellos» solíamos decir.

El día de hoy mi abuelo se ha resignado, ya no se queja de lo encarecida que está la vida. Ahora somos nosotros los que hemos retomado aquella frase. Es cierto, antes todo estaba más barato, y quizás mis referentes son pobres y fatuos, pero

«Inyéctame tu veneno!»

no puedo dejar de pensar en que tengo razón: Simplemente, los gansitos (aquellos pastelitos de relleno cremosito, cubiertos de falso chocolate, elemento característico de la dieta del MéxicoGordito) costaban $1.50 pesosmexicanos, hoy su precio está por las nubes $5 o $6 pesos, depende de que tan manchado sea el dueño de la tiendita. En menos de 7 años su precio se infló casi cuatro veces.

Hace un par de meses, el Banco de México decidió hacer más pequeñas las monedas de 50 y, aún más pequeñas, las de 10 centavos…casi se necesita una lupa para determinar su valor. Es muy probable que este cambio esté justificado en los materiales y demás, pero para mí es otro indicativo de que el dinero vale cada vez menos, y para muestra otro indicativo «cotidiano»: Los chicles Bubaloo, chiclazos la neta! Te saben a mierda después de una hora y media de mastique GARANTIZADO. En fin, estos famosos chicles, que liberan un cósmico relleno de jalea, costaban cada uno 50 centavos, hoy cuestan 2 pesos, cada uno. Lo mismo que con los gansitos…

Después de darme cuenta de la atrocidad que les vengo relatando deje de usar estas monedas, ahora las colecciono. Nunca cuento con la otra moneda de 50 centavos que funcionándose con la que tengo formaría un peso, igual de inservible en estos días. Así que me he dado a la tarea de juntar, en una alcancía improvisada en un antiguo contenedor de cotonetes,

Pa esa rica comezón

todas las monedas de 50 centavos que voy recolectando a lo largo del día. Algún día, estoy seguro, me van a rescatar de un aprieto; por lo mientras de nada valen si tienes unas pocas. Considero que es momento confesar mi patético cometido, tengo la firme decisión de romper un RecordGuiness de la mayor recaudación de monedas de escaso y mediano valor que se haya visto en una cajita de cotonetes…

En fin, no se desanimen…las iglesias de los falsos profetas brasileños siempre prometen un mejor futuro….por una módica cantidad….

Historiador o hippie marihuano, esa es la cuestión

La Historia en México está menospreciada, terriblemente. No se diga la carrera, aquellos que nos dedicamos a estudiarla…»los que nomás se dedican a fumar mota» como acostumbraba vituperar mi tía Ernestina (antes de que le dijera que yo estudiaba «eso», claro está, después atenuó un poco su criterio: «esos nomás se la pasan ahí», todavía no sé a qué lugar se refiere).

«Víctimas» de la ignorancia

Muchos dirán que mi tía Ernestina tiene una mente limitada y que carece de cultura (con C mayúscula), pero su opinión sólo refleja la ignorancia que la sociedad mexicana, en su gran conjunto, tiene sobre la Historia. Y me atrevería a decir su ignorancia sobre el pasado, eso es harina de otro costal.

El estudiante mexicano promedio que decide dedicarse al estudio del pretérito tiene que enfrentarse a una cantidad de juicios, malinterpretaciones y situaciones «embarazosas», producto de esa misma ignorancia. Aquí les traigo las situaciones más comunes:

«Mamá, Papá, ya sé que quiero estudiar, voy a estudiar Historia…»

Sí, acabas de matar las pocas esperanzas que tus papás tenían en ti. Felicidades, acabas de darle mate al futuro ingeniero que tienes dentro. Desde su perspectiva (y de la tía Ernestina) tú lo que quieres es dedicarte «a pasarla por ahí», una expresión que contiene un paquete de actividades poco lucrativas con alto contenido recreativo: fumar mota, hacer y vender pulseritas («artesanias»), vagabundear, volver a fumar mota, crear dietas «ecológicas», quizás objetos kitch…y leer. Oficialmente eres un hippie.

Conversaciones etílicas en fiestas familiares (en fiestas de cualquier tipo, en realidad)

Una vez titulado (o a la eterna mitad de la carrera), ya con una noción más o menos exacta sobre lo que significa pensar históricamente, esporádicamente comienzan a aparecer personas que se consideran a sí mismos eruditos de la Historia. Y adivina qué, van intentar darte una cátedra sobre tooodo lo que han leído en la MUYINTERESANTE o visto en el HISTORY CHANNEL…acompañada de una inmensa cantidad de preguntas contrafactuales:

  • «¿Acaso sabes el nombre completo de Benito Juárez? No lo sabes? Dices que no importa? Oh pus no que estudias historia?»

  • «¿No te parece una extraña coincidencia que se hayan erigido pirámides similares tanto en América como en Egipto, sin que hayan tenido ningún tipo de contacto entre civilizaciones?»

  • «¿Me puedes decir la fecha exacta en la que se independizó bolivia………..

La cereza en el pastel: Buscar trabajo…

La idea que el mexicano se ha construido sobre la Historia radica en los números y en los nombres…Al grado de que piensan que como historiador también puedes ser numerólogo o enciclopedista. Cierto, leemos mucho, pero no mamen!

Buscar trabajo «como historiador» en el AvisoOportuno es una batalla pérdida, es ficción (Carlos Fuentes lo denotó en su novela Aura). Por este medio, el único trabajo que un historiador mexicano promedio medianamente puede conseguirse es el de maestro (una tarea nada deleznable, titánica por el contrario).

Todos quisiéramos aportar algo a una sociedad que piensa que la Historia no sirve para nada, o que está hecha de fechas (entiéndase números) y nombres de «gente importante». El problema es que el sistema educativo está más preocupado por fomentar la idolatría hacia «los grandes personajes de nuestra Historia» y no deja mucho espacio para la reflexión, ni se diga para la innovación del pensamiento. Por si fuera poco, los patrones (muchas veces ingenieros civiles con una idea muy vaga de la importancia de la educación en México) te piden que impartas cursos titánicos de memorización. Los niños necesitan aprender, no comprender, mucho menos acordarse de lo que aprendieron.

Tiempo de complacencias 

La verdad es que sólo vivimos una vez. Hoy puedo jactarme de que no me quede como el vecino, que quería estudiar Ciencias Políticas, pero no lo hizo por miedo al qué dirán, y ahora hace lo que sus papás le dijeron que hiciera. Las decisiones significan también autoconocimiento, cada elección que tomamos nos hace responsables de nuestro destino, como dijera el Dhammapada (la mal llamada «biblia budista»):

«Somos lo que pensamos, con nuestros pensamientos construimos el mundo»   

En fin, no podemos seguir ignorando el poder que el pasado imprime en nuestro presente día con día…o ¿a poco eres de los que piensan que todas las cosas tienen su origen en tu nacimiento? PIENSA, Y REPERCUTE!

LaDorada Línea 12

 

Subirse a la Línea 12 del Metro, la sacrosanta línea que el pueblo mexicano esperaba, «La Dorada», es como viajar en el tiempo, literalmente.

Por meses y meses mi entorno fue terriblemente trastornado, el polvo y el ruido generado por la maquinaria de construcción provocó que muchos negocios de por la zona fueran directamente a la quiebra, los churros rellenos de chocolate, cajeta, fresa, rompope; el negocio de tatuajes, recién inaugurado; las gorditas «De Paso», sabrosas de a 7 pesos, con relleno de chicharron, hongos, y papá. Todo eso desapareció. Pero ahora que abren la línea, tímidamente los dueños vuelven a abrir el negocio que en otros tiempos los ayudó medianamente a sobrevivir. Aunque el polvo permanece.

Finalmente entré, de a grapa, así sabe mejor el colectivo, y la experiencia «Dorada» se baña en chocolate. Seguro que hoy

Así luce la Línea Dorada, más blanca que nada.

y mañana no pago ni un quinto por moverme a lo largo de toda la ciudad. Las instalaciones son tan nuevas que todavía tienen una escarcha de fino polvo blanquesino que hace que la línea en vez de «Dorada» se vea gris, más bien blanca. Sin santificar, obviamente.

Pero lo mejor de subirse a la recién inaugurada línea son los rostros que en ella conviven, rostros vivos e inocentes, de personas que se sienten dueñas y a la vez intrusas dentro de las instalaciones; con los ojos abiertos al máximo, los usuarios de «La Dorada» procuran que el remojón les entre por los ojos. Comentarios como «Está re padre ¿verdad?», «La neta me pude haber ido caminando, pero quería verla, a ver cómo era», y en las entradas siempre alguien preguntando «¿Es gratis?»; con el estoicismo al que está desafortunadamente acostumbrado a vivir el mexicano, la sonrisa tímida siempre es la respuesta.

Ya una vez dentro de los vagones lo recibe a uno un playlist de música ranchera y sones nacionalistas, apenas soportable, como si subiéndose uno a «La Dorada» sintiera que el país está cada vez mejor; esta emoción es reforzada por una serie de pantallas que, por enciema de las chaparras cabezas,  televisan la imagen idílica y progresista de obreros contentos construyendo con falso orgullo la tan afamada y esmerada línea. El México bueno está por venir, y este es una probadita, basta con transbordar en otra línea para regresar al presente.

Me bajé en Zapata, para irme a Coyoacán, y una vez ahí regresé a la vieja línea aceituna, la de Universidad-Indios Verdes, donde viajamos apretujados, infelices y acalorados. México de siempre está de vuelta, y pienso que no

soportaría vivir todo el tiempo en el idílio.

Almost famous…

Recuerdo que hace un tiempo estuvo muy de moda una película con ese título, la pasaban a todas a horas y en todos los canales: HBO, MovieCity, etc. Se trataba, creo yo, de un niño «periodista» que terminaba yendose de viaje con su banda favorita y cosas, favor de subrayar, pasaban en el camino. Nunca la ví.

Pero el título no deja de sugerirme una idea, una pregunta recurrente a la que se enfrenta el ser humano que ha vivido en el siglo XX: ¿Qué se necesita para ser famoso? ¿En qué consiste la fama? Recientemente, si uno prende la tele (esto es fácil) y se atreve a dejar correr libremente la programación nefasta de la tv abierta (esto es complicado), podemos darnos cuenta que no se necesita «mucho» para estar ahí…en la Fama. Programas como Venga la Alegría, Hoy, Se vale, entre muchos y desafotunadamente tantos otros (la basura arrejuntada adquiere homogenia) les enseñan a chicos y grandes que para ser famoso, popular, e incluso exitoso, no se necesita absolutamente nada. Bueno, sí se necesita algo, tener un master en prostitución mental.

Y ya he pensado en el título de un libro que escribiré muy próximamente: «Cómo ser un pendejo y triunfar en el intento». Y ahí tenemos las biografías de Esteban Arce, El «Negrito» Araiza, Andrea Legarreta, Javier Alatorre, y toda la sarta de luminarias que sirven de guía a una sociedad estoica que naufraga paulatinamente en la ignorancia.

Por eso no me impresiona ir a la plaza y encontrarme con un montón de gente que estaba tomando una «Ene» cantidad de fotos y video a una ardilla que se aprovechaba del momento y cogía con tímidez un cacahuate de la mano de una niña. En la Ciudad de México esto no es un momento memorable, hay ardillas en todos los pinches parques de la ciudad, todo el mundo las ve, las alimenta (a veces) y nadie anda por ahí capturando el momento. En un primer momento pensé, con una actitud de esmerada comprensión, que aquellos que estaban tomando foto y video eran los familiares de la niña, así que comence a contarlos. Veinte. Ah chinga. La ardilla tomó el cacahuate y se fue. La gente se dispersó y se acabó el show, no hubo aplausos, ¡ni tampoco la extensa familia de veinte personas!

Inexplicable, lo sé. Pero me quedo con la teoría del pendejismo mediático, y la ardilla con sus 2 minutos de fama y un cacahuate.